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lunes, 9 de abril de 2012

Lars von Trier: el cine como experiencia

El cine de Lars von Trier nace como respuesta a una forma convencional de hacer cine que reside en una determinada concepción de la realidad. Cuando nos disponemos a elaborar un discurso, siempre estamos ya inmersos en una precomprensión del mundo y en unas verdades acordes a nuestra experiencia que repercuten en la forma de la narración. Lo que Trier rechaza es un tipo de cine que piensa la realidad como un todo homogeneo, susceptible de ser representado. Se rechaza un discurso que pretende imponer a las masas una lógica del sentido preconfigurada por un director de turno. Trier piensa que se debe liberar el cine de estos cánones preestablecidos e incuestionables para liberar la experiencia del espectador. Cuando se le pregunta si "cree en la representación verdadera" responde que no, que no cree en la verdad de la representación, sino en su autenticidad. Por este motivo, Trier apuesta por un tipo de cine no fijado dentro de un modelo de representación que debe transmitir un sentido determinado, un cine no insertado en patrones conceptuales que quieren explicar una verdad teleológica, sino un cine realista, que transmita una vivencia auténtica, un cine regido por la diferencia existencial y no por un sistema de imágenes alienantes que aturden a quien las ve.

            Walter Benjamin denunció que el cine, al consistir en un encadenamiento de imágenes, es portador de un sentido que el espectador no puede cuestionarse. Las imágenes pasan por la pantalla produciendo una sensación de causalidad y no contradicción, de tal manera que no permiten que el espectador las piense y las someta a juicio, a diferencia de como ocurre, por ejemplo, en el arte pictórico. El cine ya da el sentido prefabricado y prescinde totalmente del sujeto particular a quien va dirigido. Además, Benjamin también apunta que el cine, al ser un medio que para ser rentable debe distribuirse necesariamente a las masas, homogeiniza la experiencia dentro del marco de su determinada lógica del sentido, en detrimento del pensamiento crítico. Esta homogeinización en base a la repetición de unas técnicas de montaje (raccord de mirada, plano / contraplano, etc.) contribuyen a eso que Deleuze llamó "las estructuras de reconocimiento sensorio-motor", por medio de las cuales los espectadores se acostumbran tanto a una manera específica de montar las imágenes que cuando ven una película confeccionada mediante otras técnicas, no son capaces de elaborar la historia, cayendo en los tópicos de que la película es demasiado lenta o, simplemente, rara.

            Para poder realizar un cine liberado de estos lastres, la respuesta de von Trier es poner en cuestión el medio cinematógrafo. Mientras que otros directores sólo discuten sobre sus propias ideas, Trier se pregunta en qué debe consistir en general el medio cinematógrafo y no en la validez de unas u otras ideas a propósito de un discurso que ya está dado de antemano. Si el cine es un medio que debe consistir en la creación de una experiencia, hay que apostar por la transmisión de un sentido que pueda ser elaborado subjetivamente, se debe evitar imponer al espectador la idea que quiere transmitir el director y darle la primacía en la elaboración del sentido que se acerque más a su percepción personal.

            El cine es problemático en la medida en que pretende comunicar una verdad objetiva cuando lo que hace es crear una ilusión. El espectador imagina que piensa, pero lo que hace es recrear la realidad pasivamente, sustituyéndola (representa aquello que no está presente) . En cambio, en la comunicación de una verdad subjetiva, el sentido se produce en el mismo momento en que el receptor experimenta la vivencia, es por lo tanto, una comunicación más inmediata, más genuina. Mientras que la primera experiencia, al ser objetiva, radica en la asunción de un cierto "qué", de un cierto saber, la segunda consiste en un "cómo", en un hacer, luego exige necesariamente la elaboración del receptor. El saber siempre se impone desde fuera obligando a asumir lo que prescribe, obligando a someterse a su verdad, en cambio, la experiencia subjetiva, no opera verticalmente, sino que surge en la medida en que el individuo realiza esa actividad a la que llamamos pensar y no meramente representar o identificar.
Dogville


            Trier se da cuenta que para transmitir la comunicación de una experiencia subjetiva la importancia reside en la narración, por lo que deberá renovar los elementos estilísticos del lenguaje cinematógrafo. La idea consiste en la creación de una nueva concepción cinematográfica que pretende dar un giro en la percepción, como ya intentaron desarrollar después de la Segunda Guerra Mundial, directores como Jean-Luc Godard o Rosellini, pero radicalizando el movimiento revolucionario empezado por éstos. La forma de elaborar una narración cinematográfica que no resida en la repetición de las estructuras lógicas tan reiteradas en el cine clásico, deberá pasar por la reducción al máximo del montaje, evitar el encuadre y, en su lugar, llevar la cámara allí donde sucede la acción, evitar el plano / contraplano haciendo travelling o planos secuencia, hacer las escenas más reales rehuyendo los decorados, las situaciones artificiales, los filtros, la iluminación, y realizar el rodaje en espacios abiertos, naturales, con colores no saturados y con un aspecto semidocumental lo más cercano posible a la realidad inmediata del espectador.


Los idiotas
Pero la modificación en el estilo cinematográfico que von Trier lleva a cabo no radica sólo en la forma, sino también en el contenido. Trier realiza un juego en la manera en como nos narra los acontecimientos y el tipo de situaciones particulares que se dan en sus películas, de tal manera que hace emerger las emociones de los personajes, sus aspiraciones vitales, sus deseos, sus miedos, etc., sin en ningún caso explicitarlo por medio de una representación de las que nos tiene acostumbrados el cine convencional. Se produce un choque entre una forma de representación objetiva: la imagen, y una forma de representación subjetiva, a saber, la experiencia existencial singular, dando lugar a su verdadera esencia interior, particular, única, aquella que nace de los más recónditos y profundos sentimientos, a veces, incluso inconfesables (y por ello, irrepresentables), que nos constituyen en tanto que seres humanos.

              En sus películas, Trier muestra a individuos frente un mundo que los excede. Se muestra la lucha entre lo particular y lo general, una lucha en la que el individuo debe afirmarse, a pesar de que aquello frente a lo cual se afirma tiene una forma de presencia que siempre intenta incluirlo. Lo general entendido como una voluntad de dominio que arrasa con cualquier tipo de
Rompiendo las olas
particularidad, implicando toda diferencia dentro de un mismo proceso de identificación con lo absoluto. Y aunque a Trier no le gusten las etiquetas, si podemos afirmar que esta temática de las películas de Trier le llevan en la mayoría de los casos hacia el género trágico, aunque en mi opinión no al melodrama. Los protagonistas de las películas del director danés ponen en duda la moral burguesa para llevar a cabo una moral alternativa, pero, al hacerlo, tropiezan con aquella moral, pretendidamente humanista, que no les deja constituirse en su singularidad bajo el pretexto de la locura, la bajeza moral, incluso bajo el pretexto, en algunos casos, de que esas conductas son manifestaciones demoníacas.

            En las películas de von Trier vemos a individuos que se niegan a resignarse ante la moral establecida, individuos que llevan a cabo una suspensión de la ética para poder afirmarse como seres realmente únicos. Estos personajes se entregan a todo tipo de acciones y conductas que desde una perspectiva más o menos racional son totalmente inaceptables y, en todo caso, incomprensibles. Además, estos personajes no pueden comunicar sus motivaciones. Sus acciones simplemente no tienen explicación, no forman parte de nuestro logos, sino de una lógica alternativa, excluida de la lógica oficialmente válida.



            Las películas de Trier se nos presentan con tanta ambigüedad porque estamos acostumbrados a las representaciones de sentido único. Estamos acostumbrados a que todo esté ya hecho y acabado en el cine, a disposición para recrear una y otra vez los mismos simulacros. No nos damos cuenta de que en este tipo de cine debemos partir de que no hay ninguna verdad hipotética susceptible de ser desvelada por medio de una sucesión de acontecimientos, sino que cada uno de los acontecimientos se nos presentan desnudos y huérfanos a la espera de que nosotros les otorguemos un sentido. Se trata de una suerte de emancipación en la que poder construir las historias a nuestra medida y disfrutar de verdad de una buena sesión de cine.

Os recomiendo mucho Los idiotas y, para reirse, El jefe de todo esto.

4 comentarios:

  1. Lars Von Trier hace la increíble labor de desvelar esas realidades fuera de la lógica y la moral aceptadas a parte de tomar el cine como un instrumento de cuestionamiento de su realidad, la suya como profesional y la del mundo.
    Es una de las mejores referencias y uno de los análisis más sencillos y exactos que he leído sobre este director que desde que vi por casualidad Dogville me fascinó y al que sigo desde entonces.
    El jefe de todo esto tiene las mismas claves aunque con un humor muy peculiar.
    Es uno de los grandes directores contemporáneos.
    Muchas gracias por este preciso y bien explicado análisis.

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  2. Gracias por tu comentario, Violet. La verdad es que a mi también me fascina este director. Personalmente, quedé muy impactada con Los idiotas, aunque me han gustado mucho todas sus películas. El cine de Trier tiene un alto contenido filosófico y da para mucho pensar. Tengo otros escritos sobre algunas de sus películas que iré subiendo al blog. Saludos!

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  3. Es muy bueno el texto, a mí me impactaron muchísimo Rompiendo la olas y Bailar en la oscuridad. El jefe de todo esto no la he visto, y las dos últimas tampoco, ahora que lo pienso. Tengo que ponerme al día con Trier.

    Ah, si no lo has visto ya, te recomiendo el documental de Zizek sobre cine, La perversa guía del cine... yo lo vi en youtube, así a lo ganso XD

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  4. Con bailar en la oscuridad... qué hartón de llorar... xD si, a pesar del sufrimiento, me gustó.

    Gracias por la recomendación...no, no lo he visto, pero lo veré, el título es sugerente.

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