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domingo, 6 de febrero de 2011

Sobre Verdad y Mentira

"En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la Historia Universal: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza, el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer. Alguien podría inventar una fábula semejante pero, con todo, no habría ilustrado suficientemente cuán lastimoso, cuán sombrío y caduco, cuán estéril y arbitrario es el estado en el que se presenta el intelecto humano dentro de la naturaleza. Hubo eternidades en las que no existía; cuando de nuevo se acabe todo para él no habrá sucedido nada, puesto que para ese intelecto no hay ninguna misión ulterior que conduzca más allá de la vida humana. No es sino humano, y solamente su poseedor y creador lo toma tan patéticamente como si en él girasen los goznes del mundo. Pero, si pudiéramos comunicarnos con la mosca, llegaríamos a saber que también ella navega por el aire poseída de ese mismo pathos , y se siente el centro volante de este mundo. Nada hay en la naturaleza, por despreciable e insignificante que sea, que, al más pequeño soplo de aquel poder del conocimiento, no se infle inmediatamente como un odre; y del mismo modo que cualquier mozo de cuerda quiere tener su admirador, el más soberbio de los hombres, el filósofo, está completamente convencido de que, desde todas partes, los ojos del universo tienen telescópicamente puesta su mirada en sus obras y pensamientos."

F. Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral

"De Aurora" Nietzsche


[... ] Sobre lo que menos se ha pensado hasta ahora ha sido sobre el bien y el mal; siempre se consideró como una cosa muy peligrosa. La conciencia, la buena opinión, el infierno, y aun a veces la misma policía, no permitían ni permiten mostrarse imparcial en este terreno; y es que en presencia de la moral, como en presencia de toda autoridad, no es lícito reflexionar ni menos hablar: ¡Allí hay que obedecer ! Desde que el mundo es mundo, ninguna autoridad ha querido todavía dejarse tomar por objeto de crítica; y llegar a la crítica de la moral, tener como problema la moral, ¿Cómo?, ¿No ha sido esto siempre, no lo es aún, lo inmoral ?

La moral, sin embargo, no dispone de toda clase de medios de intimidación para mantener a distancia las investigaciones críticas, ni de instrumentos de tortura: su certidumbre reposa más bien en una cierta especie de seducción que ella sola conoce: sabe entusiasmar . A veces solo con una sola mirada sabe paralizar la voluntad crítica, o también atraerse a ésta, captársela, y hay caso también en que sabe volverla contra sí misma; de suerte que, termine como el escorpión , hundiendo el aguijón en su propio cuerpo. Pues desde hace mucho tiempo la moral conoce toda suerte de diabluras en el arte de convencer; hoy día, aún no hay orador que no se dirija a ella para pedirle socorro (escuchemos, por ejemplo, a nuestros mismos anarquistas: ¡Cómo apelan a la moral para convencer! Terminan llamándose a sí mismos �los buenos y los justos�). Y es que la moral, en todos los tiempos, desde que se habla y se trata de convencer en la tierra, se ha afirmado como la mejor maestra de seducción, como la verdadera Circe de los filósofos .

[... ] Siendo mi libro como es una obra pesimista, no sólo en el terreno moral, sino también en un ámbito que trasciende la fe en la moral, ¿Será entones un escrito genuinamente alemán? Porque lo cierto es que representa una contradicción, aunque eso no sea una cosa que me asuste: rechaza la fe en al moral, ¿Por qué? ¡Por moralidad ! ¿Cómo llamar si no a lo que sucede en este libro, a lo que nos suceda a nosotros , aunque prefiramos usar un término más modesto? Porque no hay duda: también a nosotros nos habla un deber; también nosotros obedecemos a una severa ley que se halla por encima de nuestras cabezas; y ésta es la última moral que podemos seguir entendiendo, la última moral que incluso nosotros podemos todavía vivir; pues si en algún sentido seguimos siendo hombres de conciencia , es precisamente en éste. No queremos volver a lo que consideramos superado y caduco, a lo que no juzgamos digno de crédito, ya sea Dios, la virtud, la verdad, la justicia, el amor al prójimo, etc. ; no queremos seguir una vía engañosa que nos lleve otra vez a la vieja moral. Sentimos una honda aversión hacia todo lo que hay en nosotros que trata de acercarnos a eso, y servir de mediador entre ello y nosotros; somos enemigos de todas las clases de fe y de cristianismo que subsisten hoy en día; enemigos de todo romanticismo y de todo espíritu patriotero; enemigos también, en cuanto artistas, del refinamiento artístico, de la falta de conciencia artística que supone el tratar de persuadirnos de que debemos adorar aquello en que ya no creemos; enemigos, en suma, de afeminamiento europeo (o del idealismo , si se prefiere) que tiende eternamente hacia las alturas , y que por ello mismo, rebaja eternamente.[...]

Elogio a la pereza

Hoy en día no es fácil hacer un elogio a la pereza; nuestras sociedades son demasiado estresantes como para ser perezosos y encima hacer de ello una exaltación "estética". Uno no se puede relajar casi nunca... Y cuando lo hacemos lo hacemos sólo para recuperar fuerzas (aquella típica expresión: "cargar las pilas"). Por otro lado, cuando pensamos lo hacemos la mayoria de veces para llegar con ello a algún objetivo y no por el puro placer de divagar... No caminamos sin rumbo por las calles, sino con el objetivo de llegar a un destino... No gozamos de la belleza que hay en la pereza y en los actos de contemplación, simplemente porque eso no sirve para nada y estamos en un mundo en el que "el tiempo es oro". Nuestra salvación está en el arte, la literatura, la filosofía, pero no en tanto que disciplinas útiles para llevar a cabo actos institucionalizados, sino como experiencias, como vivencias sentidas con la frescura y espontaneidad con que las sentiría un niño.

Error humano

El mundo se está deshumanizando a medida que inventamos sistemas sociales, que aunque están ideados para facilitarnos la vida, en realidad lo que hacen es desarraigarnos de una experiencia del mundo más humana, donde las personas nos podamos sentir dueñas de nuestra existencia. Si todo en nuestra vida se convierte en un sistema informátizado, tencnológico, excesivamente perfeccionado, ¿Qué quedará de nuestros sueños? La vida no puede ser perfecta, porque si nos convirtiéramos en seres perfectos, si todo en nuestra vida estuviese estudiado, controlado, si no hubiese margen para el error humano, entonces simplemente seríamos seres inertes como piedras, tan muertos y frios como el metal de las máquinas... Es imprescindible el error en nuestras vidas, pues la vida humana es errante por naturaleza (por eso tenemos pasiones, lo cual es fundamental para nuestra existencia)... Y de no ser así, simplemente dejaríamos de ser humanos.