Cuando pensamos que el pasado es una “cosa” lo estamos abstrayendo, le estamos otorgando una existencia metafísica, que está más allá del tiempo. Pensamos que lo que ocurrió tiene una consistencia ontológica independiente, objetiva. Pero en realidad, el pasado sólo es la manera en como nosotros pensamos unos acontecimientos en el ahora. No sólo proyectamos el futuro, sino que también proyectamos el pasado, y lo hacemos desde el momento de la acción que es el ahora, tenemos muchos pasados, y todos ellos son relativos a nuestro presente.
La lechuza de Minerva despliega las alas para emprender el vuelo al caer el crepúsculo
Páginas
sábado, 3 de julio de 2010
Tiempo y acción
La mayoría apela a la futilidad del presente, a su existencia efimera, como si estas cosas fueran razones para rechazar lo valioso que es. Para mi es valioso precisamente por esta fragilidad, porque, justamente es en la fragilidad donde puede surgir la libertad, la espontaneidad, la sorpresa… el presente por todo esto no es una mera abstracción que está fuera del tiempo en el mundo de las esencias invisibles como el pasado o el futuro (entendidos metafísicamente), sino que pertenece al momento de la acción. Una acción no es una simple idea. Es mucho más que una mera idea. La acción está en otro nivel, uno sólo puede actuar, no puede dejar de hacerlo (y me refiero siempre al “aquí y ahora”). Esto para mi es el ser y no algo que está fuera del tiempo y del espacio en el “transmundo” en el que “están” guardadas las Verdades de lo que “debe ser”.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario